Tuesday, 13 June 2017

Capitalismo y esquizoanálisis: el miedo al hombre viejo.

Su útero de frasco se empequeñece y llora, con un mensaje dentro: sal de aquí, sirena a pata coja.

Recuerda la chica, ¿te acuerdas? De la inclinación por los pies descalzos, del olor a mar, de la sombra del bikini en el monte de Venus ¿te acuerdas? Sabía a donde ir ¿recuerdas a dónde?

La gente me pregunta que de dónde he sacado esta vida y que dónde está la de las cejas destartaladas, la del rímel corrido, la del carmín esturreado por las camisas:

Tu ser.
Y yo les respondo: ya no importa
me olvidé del destino, ya no recuerdo los sueños
ahora soy una persona normal, y ellos me dicen: eso pensamos.

(Que mi Corazón está roto, que mi Corazón ya no existe.
Mi ser:
Si no lo nombro, no existe.
Si lo practico, al final me acostumbro).

Ya no hay por qué preocuparse:
tu ser fue la angustia que curaste con dinero,
claro, todos lo hemos pensado alguna vez, no me extraña.


En esta última vida, soy risas cínicas enlatadas en cervezas, pulso firme, poder fálico en bandeja.

Hay días en que aún veo tu nombre escrito por los papeles:
            en vestidos blancos
            en sandalias de tela
            en los vasos largos en las terrazas de Barcelona
            en el olor a canela

En el viento. 





No puedo vivir en dos ¿me entiendes?, sobrevivir o llorar, no puedo sentir siendo fuerte.

Y ella cada vez golpea con más flaqueza, y el deseo se apaga y lo dejas todo por sobrevivir:
            La vida
            Las lágrimas
            Así lo dijo Deleuze, así lo dijo.