Monday, 27 February 2017

Amor Militante

Mientras todo lo atroz pasaba, tú y yo nos deshacíamos la una en la otra en una cama caliente y nos enamorábamos. ¿Cómo podía pasar todo eso? Personas hundiéndose en el infierno en el Mediterráneo y el Egeo o esparcidos por tierra infértil, el idiota con más poder del mundo amenazando nuestra esperanza. A pesar de eso, nosotras en el calor de una cama, en medio de tantas tragedias.

(Los finales felices no son sólo para cobardes
Acércate, soy como tú
Escucha cómo late mi corazón perverso.
Escucha cómo lo que me libera del miedo y de esta perpetua soledad a la que estamos condenadas
es saberte mía,
verte mía, en todos y cada uno de mis paisajes
Impolutas, tú y yo, como almas gemelas. Unidas por la sangre. Calientes y suaves como las paredes tu útero).

Mía, mía, mía, no digas mía. Es posesión, no amor.
¿Lo sabías?
Aquellas que aprendimos a amar en habitaciones baratas de pisos compartidos, aquellas, nosotras, no podemos hacer esto.
Pongamos los cuidados en el centro, vente conmigo a la revolución de los afectos.

Hablemos en vocabulario de trincheras
En palabras como: poliamor, relaciones anárquicas, red de afectos
Retemos estructuras, digamos ‘que te jodan’ al capitalismo emocional - pero tú esto ya lo sabías.
Elisa – ¿lo sabías?

(Sí que lo sabía, lo de tomar las relaciones como tomamos las plazas, lo de formar con ellas un mundo nuevo. Pero entonces las obligaciones que mi condición de estar viva exigen: producir, trabajar, etcétera. Por eso me cuesta ¿entiendes?).

Pongamos la vida en el centro,

desde nuestra vida alejada del centro
al centro;
al centro de nuestra comunidad minúscula, entiéndase, no al centro de las cosas, ni al centro del sistema, ni al centro del mundo sino al centro donde la vida

donde nos follamos entre nosotras en un intento desesperado de buscar algo parecido a una comunidad.
(Por eso me duele ¿sabes? Por eso me duele la sangre porque al verte con otras se me cayó el corazón en una lavadora, y empezó a dar vuelas, chocándose con las paredes. Por eso salpica. Qué peligrosa la sangre salpicando las paredes. Qué peligrosa la sangre escapándose de las venas. Por eso asusta, ¿lo entiendes?)

Tenia miedo de darte un beso con pintalabios rojo y mancharte de rojo y dejarte roja para siempre

Mientras todo lo atroz pasaba, tú y yo nos deshacíamos la una en la otra en una cama caliente y nos enamorábamos.

(Los finales felices no son sólo para cobardes)


*
ENGLISH VERSION
*

Militant Love

Whilst all the atrocities were taking place, you and I were melting on each other in the warmth of a bed, falling in love. How could all this happen? People drowning into hell in the Mediterranean and the Aegean or scattered over infertile land, the most powerful idiot of the world threatening our hope. Yet, you and I in the warmth of a bed, in the midst of so many tragedies.

(Transient happy endings are not just for cowards

Come closer, I am just like you.
Listen to the heartbeats of my perverse heart.
Listen that what frees me from fear and from this perpetual solitude to which we are convicted
Is to know you mine,
To see you mine, in each and every one of my landscapes
Spotless, you and I, like soul mates. United by blood. Warm and soft as your uterus walls).

Mine, mine, mine, do not say mine. Mine is possession, not love.
Did you know?
Those who learned to love in cheap rooms of shared flats, those, us, can not do this.
Let’s put care in the centre, come with me to the revolution of affections.
Let's talk in trench vocabulary
In words like: polyamory, anarchic relationships, network of affections
Let's say 'fuck you' to emotional capitalism - but you already knew that.
Elisa - did you know that?

(Yes I knew that, that thing of occupying relationships as we took the squares, and, to form with them a new world. But then the obligations that my condition of being alive demand: to produce, to work, etcetera. That's why I struggle, do you understand? ).

Let’s put life in the centre,

From our life away from the centre
To the centre;
To the centre of our tiny community, let’s make it clear, not to the centre of things, neither to the centre of the system, nor to the centre of the world, but to the centre of life
Where life happens, where we all can fuck each other in a desperate attempt to build something resembling a community.

(That's why it hurts, do you get it? That's why my blood hurts because when I saw you with another one, my heart fell in the washing machine and started to spin, crashing against the walls. How dangerous the blood outside the body, splashing the walls. That’s why it frightens me, do you understand?).

I was afraid of giving you a red lipstick kiss, to stain you in red and to leave you in red forever.

Whist all the atrocities were taking place, you and I were melting on each other on a warm bed, falling in love.

(Transient happy endings are not just for cowards)


Sunday, 26 February 2017

Viejas & Feminismos

 “Mi cuerpo decadente caminando hacia la muerte…”

… ya estás tú poniéndote cortavenas, pero sí, vivo en un cuerpo en decadencia que camina hacia la muerte. El tiempo, ay el tiempo. Pensaba yo un viernes de invierno desde el autobús de la línea Barcelona – Huesca. A mi lado una vieja, girada hacia el viejo del asiento de atrás.

“Que te he dicho que a partir de la Panadella hay niebla”, “qué dices idiota”, “que sí mequetrefe”, “¿que no ves el sol que hace, como va a salir la niebla?” , “que eres un gilipollas, que no vales para marido ni vales pa’ ná” , “mira ahí abajo ya asoma, te lo dije, la niebla, ya se ven las nubes grises” , “qué dices atontao, que van a ser nubes eso, payaso, tonto más que tonto”.

Yo, mientras tanto, portátil en falda, escribía versos sobre el nirvana y una cama. Versos sobre tetas tersas y suaves que huelen a juventud rubia, o a flores secas que se comen, o a cachorro recién amamantado. Eso hacía yo, escribir versos como una idiota.

Y en mi oreja la vieja, con su olor agrio y amarillo, hablando a gritos con su voz de piedras. Hablando y moviendo las manos con sus venas azules como haciendo círculos en el aire, en gestos huesudos. De huesos finos que chirrían al moverse. La miraba de reojo y me imaginaba un roble, con esa piel marrón de textura arrítmica, a surcos, y con manchas de óxido. En eso pensaba, en un roble y en una bruja, en la Gorgona y en la Medusa. Esas criaturas que son la representación de la mujer vieja por antonomasia: como monstruos por su combinación de edad y género.

Mala feminista, ¿dónde queda tu sorodidad ahora? Estar vivos implica ser culpables, me digo. De algo, de lo que sea. De sentir asco de las viejas - con sus cuerpos  en decadencia arrastrándose hacia la muerte. La percepción también es una forma de privilegio. Y me visto de furia, me pongo trágica y siento mis feminismos desplomándose como un imperio.

Alguien tiene que escribir sobre esto, las feministas tienen que escribir sobre esto, pienso, aunque para nosotras “edad” sea la edad de las otras. Para nosotras para las que envejecer es como oír una música, allí a lo lejos, allí dónde están pasando cosas, cosas que no tienen nada que ver con nosotras, mientras nosotras seguimos aquí, brincando entre las hierbas, con el sol en nuestras caras. Revindicando nuestros cuerpos jóvenes, deseantes, deseables, menstruantes, fértiles. En un ejercicio de transgresión que sabe a fiesta.

Y pienso en el río, ¿es que nadie va a hablar del río? Un río, cualquier río, porque todos los ríos dicen lo mismo, que el agua huye. Que el tiempo, dicen que el tiempo

A las viejas les pasó el tiempo y ,sin embargo, para algunas feministas no parece que eso sea una cosa que vaya a pasarnos a nosotras. ¿Y si pasa? Me pregunto ¿Cómo existirá mi psique feminista dentro de un cuerpo en decadencia terminal?

Ponte, como Patti Smith, que tiene 66.

Para entonces, seguramente esté formada por una capa de identidades, otra de huecos por toda la gente que me dijo adiós, otra de costras, por las heridas que me hice las veces que viví en tierra baldía. Contendré multitudes. Quizá, cuando hable en público la gente querrá escucharme y ,a cada frase, me saldrán gorriones volando desde el pecho.

O ,quizá, seré a loca de la niebla, la loca que sólo quiere ver el sol, que no quiere ver la niebla. Rendida ya a ser una engañada, hecha del material del que están hechos los idiotas que se pasan toda una vida creyendo en la posibilidad de un mundo mejor.

Viviré en un cuerpo lleno de memorias:  tatuajes, cicatrices, costras. Mitad chatarra, mitad persona. Un cuerpo deprimente, decrépito, achacoso. Viviré en un cuerpo decadente avanzando hacia la muerte. 

¿Cómo serian las cosas si no huyéramos de nuestra propia fealdad?


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ENGLISH VERSION
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Ageing and feminism

“My declining body walking towards its own death…”

…here you come again with your gloomy mood. But, yes, I live in a declining body that walks towards its own death. “The time, oh boy, the time” I was thinking on a Friday of December on the bus on route from Barcelona to Huesca. Next to me, an old lady turned towards the old man on the back seat.

“From the Panadella on, there’s going to be fog”, “What are you talking about, idiot”, “Yes, stupid”, “Don’t you see how the sun shines? How can you talk of fog?, you are an idiot, a worthless husband and worthless in everything else”, “Look down twat, see how the fog already seeps up, I told you, the fog, see there, the grey clouds”, “What are you talking about, idiot?, how can that be grey clouds, stupid clown, dumb, stupid, dumb”.

In the meantime, laptop on my lap, I was writing verses about a bed and the nirvana. Verses about smooth and soft boobs that smell of blond youth or of edible flowers or of a recently breastfed kitten. This is what I was doing, writing verses like a dope.

In my ear the old lady, with her granny smell, yellow and bitter, talking, no yelling with her rocky voice. Talking and moving her hands like drawing circles in the air, in bonny gestures. I was looking at her from the corner of my eye whilst I imagined her as a root with its brown skin and arrhythmic texture, in furrows, with rust stains. This is what I was thinking about, in roots and in the Hag, the Gorgon and the Medusa. Those monsters that are not only women but its quintessentially representation by its combination of age and gender.

Bad feminist, where has your sisterhood gone now? Being alive implies being guilty, I say to myself. Of something, of whatever. Of finding old ladies disgusting, for example. Perception is also a way of enacting privilege. And I dress up in fury, I become tragic and I feel my feminisms falling apart like an Empire.

Someone has to write about this, the feminists have to write about this, I say to myself. Yet, for us, “age” is someone else’s age. For us, for the ones for whom aging is like hearing a distant melody, there far away, where things are happening, whilst we are here dancing amongst the grass, with the sun in our faces. Reclaiming our young bodies, desiring, desirable, menstruating, and fertile. In an exercise of transgression with a party flavour.

I think of the river, is there anyone going to talk about the river? A river, any river, because all the rivers say the same, that the water runs away, “the time”, they say “the time”.

“The time” is what happened to the old ladies, yet, for some feminists it doesn’t look like this is something that is going to happen to us. But, what if it happens? I ask myself. How will my psyche exist inside a body in terminal decline?

Let’s say, like Patti Smith, who’s now 66.

By then, I will most probably be covered by a layer of identities, by another layer of gaps for all the people who said “goodbye”, another one of stubs, for the wounds that I made myself the times that I lived in a wasteland. I will contain multitudes. Perhaps, when I speak up, people would like to listen and, at the end of each sentence, sparrows will depart flying from my chest.

Or, perhaps, I will be the crazy old lady of the fog, the crazy old lady that only wants to see the sun, that doesn’t want to see the fog. Surrendered to be cheated, composed of the same material as all the idiots that have spent an entire life believing in the possibility of a better world.

I will live in a body filled up with memories, marked by the traces of my human complexity: tattoos, scars, stubs. Half junk, half person. A depressive, decrepit and wrecked body. I will live in a decadent body walking towards its own death.

How will things be if we wouldn’t run away from our own ugliness?

La historia de una pequeña muerte

¿Te acuerdas de cuando bebíamos champagne en vasos de cartón? Ya casi me había olvidado. Nosotras sentadas en el tejado del edificio de Central Saint Martins, a once pisos de altura pero no era un precipicio y no teníamos miedo. Me acuerdo de la sensación del viento frío en nuestros pies descalzos y de que hasta nuestro sudor olía a champagne caliente por las feromonas. Tu me hablabas de “Impenetrable” de Mona Hatoum, del éter y de los alambres y yo rasgaba el papel de los vasos con las uñas cada vez que me devolvías una sonrisa.

Me acuerdo de beber champagne en vasos de cartón y de escribir en tu diario una lista de cosas por hacer: hervir arroz, comprar azafrán, tejer cuerdas para ir a escalar, bajar el domingo a por Gardenias al Columbia Road Flower Market. También me acuerdo de quedarme dormida mientras me leías “Eighteen Days Without You” de Anne Sexton y de encontrarte sentada en la sala de Rothko de la Tate. Tan cataclísmica, destructiva, sensual e inolvidable como la realidad debería de ser siempre.

Desde que me dijiste “se acabó”, “me largo” me he convertido en la reina de los Dungeons Londinenses. “Cut-Glass Kink”, me dicen algunos clientes. Estoy acumulando fajos de billetes. Es como si me preparara para una hecatombe y necesitara guardar dinero negro para comprar armas, para pagar a los traficantes de personas para escapar, o para comprar coca para poder morir con dignidad. Qué se yo. Estoy tan humillable que me meto de lleno en el papel en las sesiones. Les pido que me pongan un bozal de cuero, que me estiren del pelo, que me arrastren por el suelo, que me den fuerte con el látigo de cepas largas, que me digan “zorra inútil, arrodíllate”, “trágate mi polla” y que me giren la cara con la mano abierta. Ellos me dicen “si quieres que pare di Stop”, “di Black”, “di Daniel” y yo les respondo “sigue”, “más fuerte”, “pégame”, “córtame”, “pellízcame”, “déjame marcas”. Desde que te fuiste, el dolor es la única sensación con la que puedo conectar. Los besos, las caricias, que me toquen el pelo, que me cojan de la mano. Te juro que eso soy incapaz de soportarlo.

He vuelto a soñar con tu sangre, con tu sangre y con tu útero y con ver cómo te operas a ti misma con un bisturí. Sueño que tienes mucha sangre. Echo mucho de menos tu fuerza.

Echo mucho de menos tu fuerza y tengo una lista de miedos. Tengo miedo a que esta oscuridad sea sólo el principio de una caída interminable hacia no poder sentir, a que un día me invada la rabia y la locura y no pueda evitar escribir en todas las paredes de Central Saint Martins “Simona I hate you”, “Simona I hate you”, “Simona I hate you”. Tengo miedo de haber perdido a Nick Cave y a Leonard Cohen para siempre. Ya no me recuerdan a sensualidad y a cataclismo. Sólo al frío que hace en Londres, a lo oscuras que son las tardes de invierno y a que las calles están llenas de gente que son siempre no tú.

Soy miedo, rabia y odio.

¿Y qué más?

Que las noches ya no son para dormir. Son para odiar y para pánico.

Algunas noches, me imagino nuestra muerte y nuestro funeral en “Old St Pancras Church”.

Alguien recita “Mara Crossing” de Ruth Padel y cuando llega al verso de “you go because the kingdom of hell has taken over someone else’s heart” lo repite tres veces:

You go because the kingdom of hell has taken over someone else’s heart”
“You go because the kingdom of hell has taken over someone else’s heart”
“You go because the kingdom of hell has taken over someone else’s heart”

Rings of Saturn” de “Nick Cave and the Bad Seeds” suena de fondo y nuestras almas flotan entre polvo de galaxias. “Empujemos el cielo”, te digo ahí arriba.
 Y aquí abajo, nuestra expresión es azul luna, como cuando aun reíamos.
“Empujemos el cielo”, “seamos éter ahora que ,por fin, estamos muertas”.

Nos pusimos en juego con nuestro erotismo y ya lo dijo Bataille “Le petite mort” y morimos. No nos quedó otro remedio.
Y el pensar en morir me deja llorar, y sólo cuando puedo llorar consigo ser tristeza en vez de odio y ,a veces, incluso quedarme dormida.


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ENGLISH VERSION
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The story of a little death 

Do you remember when we used to drink champagne in cardboard glasses? I had almost forgotten. We were sitting on the roof of the Central Saint Martins, eleven stories high but it wasn’t a cliff and we weren’t afraid. I remember the feeling of the cold wind on our bare feet and that even our sweat smelled of hot champagne by the pheromones. You were telling me about "Impenetrable" of Mona Hatoum, the ether and the wires and I tear the paper of the glasses with the nails whenever you returned me a smile.

I remember about drinking champagne on cardboard glasses and about writing in your diary a list of ‘to-do things’: to boil rice, to buy crocus, to knit ropes to go climbing, to go down to Columbia Road Flower Market on Sunday to buy Gardenias. I also remember about falling asleep while you were reading me Anne Sexton's “Eighteen Days Without You” and about finding you sitting at Rothko's Tate room. As cataclysmic, destructive, sensual and unforgettable as reality should ever be.

Ever since you told me “it's over”, “I'm done” I've become the queen of the London Dungeons. “Cut-Glass Kink”, some customers say. I’m accumulating wads of notes. It is as if I prepared myself for a hecatomb and I needed to save black money to buy weapons, to pay to the traffickers of people to escape, or to buy cocaine to die with dignity. What do I know? I am so humiliated that I get ‘full on’ in the sessions. I ask them to put me a muzzle of leather, to stretch my hair, to drag me on the ground, to spank me hard with the whip of long strains, to call me “useless bitch”, to say “go on your kneels, swallow my cock” and to slap on my face with their open hand. They say “if you want me to stop”, “say Black”, “say Daniel” and I answer “continue”, “stronger”, “hit me”, “cut me”, “pinch me”. Since you left, pain is the only feeling I can connect with. The kisses, the caresses…I swear that I can’t stand it.

I have dreamed about your blood, your blood and your uterus, and about seeing how you do surgery to yourself with a scalpel. I dream that you have a lot of blood. I miss your strength so much.

I miss your strength and I have a list of fears. I am afraid of this darkness being only the beginning of an endless fall to not be able to feel. I am afraid that one day the rage and the madness will invade me and that I will write at the walls of Central Saint Martins “Simona I hate you”, “Simona I hate you”, “Simona I hate you”. I'm afraid of having lost Nick Cave and Leonard Cohen forever. They no longer remind me of sensuality and of cataclysm. They only remind me of the cold in London, of the darkness of the winter evenings and of the streets full of people who are always not you.

I am fear, anger and hatred.

And what else?

That the nights are no longer to sleep. They are to hate and to panic.

Some nights, I imagine our death and our funeral at “Old St Pancras Church”.

Someone recites “Mara Crossing” by Ruth Padel and when it comes to the verse of “you go because the kingdom of hell has taken over someone else's heart” repeats it three times:

“You go because the kingdom of hell has taken over someone else's heart”
“You go because the kingdom of hell has taken over someone else's heart”
“You go because the kingdom of hell has taken over someone else's heart”

“Rings of Saturn” from “Nick Cave and the Bad Seeds” sounds in the background and our souls float amongst galaxy dust. “Let's push the sky”, I say up there.
And here below, our expression is blue moon, as when we still laughed.
“Let's push the sky”, “let's be ether now that, at last, we are dead”.

We put ourselves in play with our eroticism and Bataille said “Le petite mort” and so we died. We had no other choice.


And thinking about dying lets me cry, and only when I can cry can I be sadness instead of hate and sometimes even fall asleep.